La definición de isla, según la Real Academia Española, es una porción de tierra rodeada de agua por todas partes. De este modo, las islas artificiales son cuerpos que ha sido construido a través de procesos intencionales de acción humana. Generalmente, estas son conformadas por arena, rocas o como la unión de una o varias isletas. Algunos ejemplos son las islas artificiales de Dubai, o las islas artificiales en el mar de China meridional.

Las islas artificiales son creadas mediante tierras ganadas al mar, aunque algunas estructuras más recientes son construidas de forma similar a las plataformas petroleras. Otro tipo de isla artificial es formada por el aislamiento de una zona mediante la construcción de canales.

Aunque la idea de  isla artificial parece un concepto moderno, la existencia de estas tiene una larga historia. Se encuentran distribuidas en distintos puntos del planeta, por ejemplo los Crannogs de Escocia e Irlanda prehistórica, los centros ceremoniales Nan Madol de Micronesia y las islas flotantes del lago Titicaca, hasta la ciudad de la antigua Tenochtitlán. El precedente de la Ciudad de México, se ubicó en una pequeña isla natural en el lago de Texcoco, rodeada de innumerables islas artificiales, también conocidas como Chinampas y que son señaladas como una importante aportación de México al Patrimonio de la Humanidad.  

Ejemplos de Islas artificiales en el mundo

Dentro del marco legal, las islas artificiales no tienen derechos propios, como zonas económicas o aguas territoriales, sino que pertenecen al país más cercano a su costa, en un área de 200 millas náuticas o 370 km. Sin embargo, en aguas internacionales, cualquier “Estado” puede construir islas artificiales. Así, una gran cantidad de países de todo el mundo han incursionado en la construcción con diversos métodos y objetivos. Algunos ejemplos podemos encontrarlos en:

Las islas artificiales de Dubai (Emiratos Árabes Unidos) son de las más famosas y reciben el nombre de The Palm. Contaron con una inversión inicial de 1,200 millones de euros. Estas tres islas artificiales en forma de palmera fueron construidas en el año 2001. La infraestructura alberga alrededor de 50 hoteles de lujo y miles de villas residenciales con todo tipo de instalaciones comerciales y deportivas.

Por su lado, Japón cuenta con cuatro aeropuertos emplazados en islas artificiales: Kansai (1994), Chubu (2005), Kobe y Kitakyushu (2006). El aeropuerto de Kansai, en la bahía de Osaka, ha resistido al terremoto de Kobe de 1995 y a decenas de tifones, por este motivo es considerado uno de los diez grandes logros de la ingeniería civil del siglo por la American Society of Civil Engineers. Además de ser una de las obras de ingeniería civil más costosa de la era moderna.

En 2009, Hong Kong, territorio autónomo ubicado al sureste de China, anunció la construcción de la isla artificial más grande del mundo. Esta megaobra tiene por objetivo enfrentar el problema de la sobrepoblación del territorio asiático. La isla contará con una extensión territorial equivalente a tres veces el tamaño de Central Park. Se espera un gasto cercano a los 70,000 millones de dólares y tomará aproximadamente 7 años en construirse. La idea es comenzar con la recuperación de tierras en 2025 para que, a partir de 2032 las personas puedan habitarla.

En Europa, Holanda, es un país que ha ganado gran parte de su territorio al desplazarse hacia el interior del mar. También ha desarrollado varias islas artificiales, muestras de adelantos tecnológicos. Asimismo, Van Oord, una empresa holandesa puntera en este tipo de obras, fue seleccionada para liderar el ambicioso proyecto de «The World» en Dubai. Algunos de los países europeos que también figuran por poseer islas artificiales son Austria, Bulgaria, Dinamarca, Polonia y Reino Unido.

En el continente americano existe una gran cantidad de islotes artificiales. Ciudades estadounidenses como San Francisco, Miami, Chicago, Nueva York o Seattle, disponen de algunas de estas construcciones. En Canadá es muy conocida la isla Notre-Dame, en Montreal, mientras que en Sudamérica Panamá, Perú o Bolivia también cuentan con este tipo de proyectos de ingeniería.

Aunque, la edificación de todas estas obras arquitectónicas resulta impresionante y una gran solución a problemáticas actuales como la sobrepoblación. Los efectos nocivos que los sus métodos de construcción acarrean en el entorno natural pueden ser muy graves y difíciles de enfrentar en el futuro.

Según Alastair Bonnett, geógrafo social de la Universidad de Newcastle, en su libro Elsewhere: A Journey Into Our Age Of Islands, existe una nueva generación de islas más audaz, grandiosa y potencialmente más dañina que en cualquier otra época. El geógrafo se dio a la tarea de visitar archipiélagos artificiales gigantes, creados al verter millones de toneladas de arena en el océano, atolones revestidos de hormigón y plataformas petrolíferas de gran altura que se extienden por cientos de metros hasta el lecho marino.

En su investigación, Bonnet señala que, a menudo, hay poca vida debajo de las aguas que rodean las islas artificiales, convirtiéndose frecuentemente en zonas muertas. En lugares como el mar de China Meridional, “los arrecifes que alguna vez fueron prístinos y vírgenes (…) han sido horriblemente mutilados: encuadrados y tapados con hormigón”.

El impacto ambiental de las islas artificiales

Islas artificiales qué son y cuál es su impacto en la construcción de nuevas ciudades

Uno de los métodos más comunes empleados para la construcción de las islas artificiales es el dragado, que consiste en la recolección de grandes cantidades de material del suelo marino. Este proceso puede provocar un impacto ambiental irreversible: enturbiamiento de aguas, desaparición de la vida marina, alteración de las corrientes, erosión de las playas, etc.

Hay evidencias de que la homogeneización del medio marino provoca el desplazamiento de las especies nativas y atrae especies invasoras. Es por esto que es necesario realizar una evaluación de impacto ambiental antes de iniciar la construcción de proyectos de estos alcances, algo que no siempre se hace. Ante este contexto, algunos diseñadores han ideado islas artificiales ecológicas capaces de autoabastecerse de energías renovables, como una solución para hacer frente a los estragos del cambio climático:

  • El ingeniero británico Dominic Michaelis, su hijo Alex y el investigador Trevor Cooper han presentado un proyecto de islote artificial basado en el sistema de Conversión de Energía Térmica Oceánica para crear electricidad. Según sus responsables, con unas 50.000 de estas construcciones se podrían cubrir las actuales necesidades energéticas del mundo.
  • El arquitecto belga Vincent Callebaut propone Lilypad, un diseño de ciudad flotante. En estas islas se aprovecharía el agua de la lluvia y todas las posibles energías renovables, incluidas las corrientes oceánicas y las mareas.
  • Bruce Kania y sus islas BioHaven, propone balsas de plástico reciclado sobre las que se plantaría vegetación de un hábitat dañado para poder repoblarlo, en especial en humedales y zonas pantanosas. Sistemas similares se utilizan en varias partes del mundo, como en una reserva de Singapur, para absorber sustancias contaminantes del agua.

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