Vivir en las metrópolis puede traer consigo ciertas ventajas como la accesibilidad a servicios básicos interconectados a la infraestructura de movilidad, pero también trae desventajas, ya que las dinámicas sociales de estas urbes suelen tener un impacto importante en el ambiente, como la contaminación.

Todo esto afecta el bienestar de las personas provocando enfermedades físicas y mentales como ansiedad, depresión y estrés.

Aunado al problema de los residuos contaminantes presentes en el aire, el suelo y los cuerpos de agua, la mancha urbana que se extiende sobre el paisaje hace que las ciudades colindantes pierdan servicios naturales que proveen ecosistemas como los bosques. Por ello, cada vez se dificulta conseguir recursos vitales como el agua, a la par de provocar hundimientos de tierra y deslaves.

Sin embargo, en los últimos años han surgido iniciativas sociales en varias ciudades que buscan tomar consciencia sobre el impacto que genera la actividad humana sobre el planeta. Aunque estas no son determinantes para acabar con el problema, son acciones complementarias que promueven un desarrollo sostenible y sustentable.

Una de estas soluciones, son los huertos urbanos. En Wiggot te contamos cómo esta amenidad alternativa, no solo está ayudando a mitigar la contaminación, sino que, también mejora el bienestar de las personas al crear un sentido de comunidad al interior y exterior de los inmuebles.

Sustentabilidad e inclusión social

Son muchas las iniciativas que pretenden transformar el entorno con el objetivo de propiciar una mejor la calidad de vida para los ciudadanos, como es el caso de las ecotecnias. Otra que ha tomado relevancia es la agricultura urbana, que ha sido adoptada por distintos sectores de la población.

Esta no solo permite la adaptación de sistemas de producción de alimentos dentro de las ciudades, sino que también ayuda a reducir la contaminación del dióxido de carbono y otras partículas que afectan la salud y que se encuentran suspendidas en el aire.

Si se instalan en las azoteas de inmuebles, estas áreas verdes pueden regular la temperatura en temporadas de calor. También logran absorber el ruido y reducir el riesgo de anegaciones, pues la tierra retiene el agua de lluvia, aliviando la presión de los sistemas de desagües.

Los residuos orgánicos pueden ser compostables y ser utilizados para hacer más fértil la tierra. Esto también alivia la presión que se ejerce sobre la logística de recolección de basura.

Plantar un huerto de manera colectiva con los vecinos, no solo resulta más barato, sino que puede ser una fuente de ingresos que beneficie a la comunidad. Esto favorece la inclusión de personas de todas las edades y fomenta una cultura participativa a nivel local.

Lo que se traduce en mejor organización que haga frente a problemas del entorno, como la actual pandemia o la delincuencia, pues la seguridad es un factor importante en el incremento de la plusvalía de los inmuebles.

Al ser una fuente productiva de alimentos autogestionada, también mejora la calidad alimentaria. Esto garantiza que las plantas estén libres de pesticidas y herbicidas, los cuales pueden causar enfermedades como el cáncer.

Tanto los huertos urbanos, como los jardines y áreas verdes benefician a la biodiversidad, pues las plantas se relacionan entre sí y con los insectos, lo que hace posible el desarrollo de la fauna y flora a nivel local. Esto es básico para reducir los posibles riesgos que pueden provocar los virus.

Si tus clientes buscan propiedades con amenidades sustentables o una vivienda que se encuentre en una comunidad participativa, puedes sugerirles inmuebles que se encuentren cerca de huertos urbanos o que cuenten con azoteas verdes.

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